Reseña - Armagerock

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Armagerock 2017 "Donde Se Escribe La Historia"



Con toda seguridad, debe tratarse de una de las mayores iniciativas, sino una de las mejores, con que el Rock chileno en sus ramas más radicales cuenta. Armagerock ha podido mantenerse en la brecha durante los tiempos recientes, en un contexto en que la constancia y la firmeza de los principios han sido fundamentales. Si la versión inicial, realizada el año pasado, fue una lección de calidad y por sobretodo, aguante ante todo -23 de abril, el día de la denominada "lluvia del año"-, de la siguiente edición de Armagerock no se podía esperar menos, considerando el tremendo cartel que lo conformaba, donde el Thrash Metal, el Rock duro, el Blues, el Heavy y el Ska, entre otros géneros, configuraron una paleta de colores para todos los gustos, pero con un elemento en común: todos encarnando, de distintas maneras, el espíritu que ha hecho del género un estilo de vida y pensamiento que va más allá de la música. Y eso fue lo que tomamos en cuenta quienes estuvimos presentes la tarde/noche del 4 de Marzo en la Casa Cultural de La Pintana, recinto que, desde hace un buen tiempo, se ha levantado como una excelente opción para disfrutar de lo mejor de lo nuestro. Calidad tenemos de sobra y la edición 2017 de Armagerock lo dejó en claro desde el comienzo.
A eso de las 7 PM, el riff inicial de "La Respuesta" retumba los cimientos de recinto y, pese al escaso público presente, el entusiasmo se hizo sentir con la aparición de Drake, una de las agrupaciones más exitosas a nivel local durante la presente década. Por estos días, la banda se encuentra promocionando Simbiosis (2016), una placa cuya producción refrescante es amplificada en vivo de manera gigantesca, gran mérito por parte de Felipe Del Valle, cuya personalidad y desempeño vocal bastan por sí solas para encender los ánimos en un público algo tímido en un comienzo pero que no tarda en conectarse con la propuesta colosal del quinteto. Cortes de la talla de "Atlas", "Lo que Debo Hacer" y "Tierra de Brujos", en vivo, reflejan una puesta en escena a la altura de una ejecución musical queda cuenta de lo perfectamente aceitada que funciona esta máquina llamada Drake, con la sociedad rítmica de Jaime Ballesteros (bajo) y Julio Parraguez (batería) generando el groove incendiario con que los guitarristas Felipe Vargas y Gonzalo Nuñez sacan a relucir sus cualidades técnicas en las seis cuerdas con un tremendo feeling. El cierre con la clásica "En Silencio se Forja el Metal", con Felipe Del Valle incentivando al público a participar en los coros, es la muestra del material del cual está hecho Drake, una agrupación cuyo presente se está grabando a fuego en los archivos del Rock/Metal nacional, solo a través de lo que mejor saben hacer: Metal sin ninguna clase de etiquetas ni aditivos externos. Siempre en su ley.

Poco después llegaría el turno de Exxocet, agrupación cultora de un Hard Rock de lo más festivo pero con trallazos de Heavy Metal en su línea más pesada y ligada a la tradición. Con una puesta en escena que da cuenta de una evolución estética cada vez más callejera, aunque manteniendo gran parte de sus rasgos heredados del Hard Rock americano de los '80, el quinteto no tuvo empacho en desplegar todas sus virtudes escénicas e interpretativas desde el comienzo, con un Chris Lions encabezando la pandilla a su manera, con la clase propia de los frontmen de verdad, aquellos cuya presencia es suficiente para integrar a la fiesta hasta al más escéptico. Si bien la banda ya cuenta con una fanaticada tan eufórica como numerosa, para quienes los veían por primera vez puede resultar una experiencia que trasciende más allá de la música, con cada uno de sus componentes dejando en claro que la experticia técnica perfectamente puede situarse a la altura del espectáculo que le ha valido a Exxocet su merecida reputación como uno de los mejores actos en vivo a nivel nacional. Momentos como la interpretación de "Ride Or Die (Metal Monsters)", con la participación de Felipe Briceño en las voces, son para enmarcarlos y contemplarlos, incluso sin necesidad de proferir palabra alguna ante tamaña muestra de categoría y actitud. Por cierto, el final con la emblemática "Party Tonite", aunque parezca fuera de lugar, invita a la reflexión sobre lo que significa dejarlo todo sobre el escenario. Detrás del arrastre generado, el trabajo y la actitud sobre el escenario prevalecen de manera tajante.

Si acaso existe una banda que encarna todos los principios del Rock n' Roll como estilo de vida hasta la médula, Priapo no solo cumple con aquel requisito, sino que lo engrandece sobre el escenario a su manera, con la actitud propia de una pandilla de forajidos que se impone por sobre todo lo "políticamente correcto" en base a Rock n' Roll, solamente Rock n' Roll y nada más que Rock n' Roll. Tanto el riff electrizante de "Cerrando Puertas" como el blues juguetón y apasionado de "Mujer de Fuego" -con la participación de Rodrigo Basulto en la armónica, un integrante fundamental en la familia Príapo-, tienen cabida en un set que depara sorpresas para quienes subestiman la sencillez de la propuesta de la banda, lo que se pudo apreciar en pasajes como la tremenda versión de "Te Perdí" -previa presentación del mismísimo José Alfredo "Pollo Fuentes" en las pantallas laterales del escenario- y "Te espero a las 11", esta última con dedicatoria incluida a aquellos jefes explotadores que se creen poseedores del derecho a pasar a llevar nuestras integridades porque sí. He ahí la esencia de Priapo, la actitud reflejada en la música y un discurso que no deja indiferente a nadie, más allá de las preferencias personales, lo cual llega a su punto cúlmine al final del set con la dupleta que conforman "El Aparecido" y "Charagua", el siempre necesario homenaje a Víctor Jara y con el cual Priapo despliega todas sus virtudes interpretativas, en especial Nico, cuya Flying V flameante exuda pasión con su característico desenfreno, mientras Igo se despacha fieros zapateos con guitarra en mano. Priapo, sobre el escenario, debe ser la más fiel definición de la gran virtud que posee el Rock chileno: pichulero, nada de rodeos. Directo al mentón, según la misma Ley del Diablo.

Dentro del cartel que conformaba la edición 2017 de Armagerock, hubo un nombre reconocido por los seguidores del underground capitalino de comienzos de los '90. Nos referimos a la mítica agrupación Santiago Rebelde, agrupación pionera dentro de la escena Ska/Punk a nivel local y cuya propuesta, además de su originalidad, radica su esencia en el desempeño del siempre deslenguado Carlos Corzario, cuyo deslenguado y frontal discurso no deja títere con cabeza. Todo lo contrario: desde el inicio con "El Animal" -luego de una "prueba" de luces sonido con que nos introdujo de lleno en lo que derechamente es una experiencia-, y respaldado por una banda que, a la usanza de los Mothers Of Invention del mítico Frank Zappa, saca a relucir todas sus virtudes interpretativas con una maestría tremenda, suficiente para que Carlos Corzario de rienda suelta lo mejor de sí mismo, por supuesto con botella de vino en mano y dictando cátedra de un histrionismo que muchos quisieran tener, siempre directo. "El Derecho", "Skalíticos", "Al colegio" (cuánta verdad respecto a una institución que deforma mentes en vez de moldearlas!), "Su empleado ideal" y "Tatuajes", entre otros cortes, formaron parte de un set que intercala el movedizo swing del Ska y el Jazz con algunos retazos de Punk al más puro estilo de refetentes patrios como Los Peores de Chile. Elemento importante a rescatar es el hecho de que, si bien es una constante dentro del desarrollo del Rock nacional, Santiago Rebelde debe ser la agrupación que mejor encarna el concepto de 'autogestión', como quedó claro al final del set con la canción homónima. No solo se trata de no venderse, sino también mantenerse fiel a sus principios y decir las cosas como son. Y mejor aún acompañado de un buen vino o cualquier líquido que satisfaga nuestra sed.

Y para darle el broche dorado a esta segunda edición de Armagerock, y con el recinto ubicado al costado de la Municipalidad de La Pintana cada vez más encendido en cuanto a asistencia y ánimos, llegaría el turno de una agrupación que se ha ganado merecidamente el rótulo de referente supremo dentro del Metal Extremo nacional. Porque, luego de una intro con los samples de las voces de Pinochet, Bachelet, Piñera y otros "conocidos" de nuestra política local, Nuclear aparece sobre el escenario para dictar una nueva lección de violencia en su estado más puro desde los primeros riffs de "Confront". Poco más de una hora fue suficiente para que cortes como "Violence That Burns" (con la necesaria mención a lo que ocurre respecto a la violencia de género), "The Pain You Ask For", "Offender", "Dolo" y "Heaven Denied" desataran el caos y el mosh sobre los tablones/asientos del anfiteatro de manera automática. Sin embargo, hubo un momento en que tanto el guitarrista Seba Puente como Adrián Pezoa -líder de la comisión organizadora del festival- tuvo que salir al escenario para pedirle al público que cuidara el lugar y evitara cualquier tipo de pelea o roce ante lo caldeado del ambiente, entendible si consideramos que cada vez los locales para la música en vivo son escasos y, por ende, es necesario tomar consciencia de aquello. Por supuesto, más allá de la incidencia, Nuclear no tarda en dejar en claro, una vez más, su "visión" respecto a quienes ejercen el poder para beneficiar a una élite con sus leyes de mierda, como ocurre en "F.P.S.C.", con la infaltable y cariñosa dedicatoria a los señores que ganan una millonada por su "desempeño" en el infame edificio ubicado en Valparaíso. Para el remate, un himno a estas alturas: "Apátrida", con el público prácticamente apropiándose de los coros y versos de una canción que refleja el negro destino que nos espera como nación.


 En conclusión, Armagerock 2017 igualó y -en algunos puntos-, superó lo realizado el año pasado, con cinco agrupaciones que brindaron un espectáculo donde la música y la actitud fueron protagonistas de igual a igual. El único gran 'pero': la escasa asistencia del público, lo que refleja en gran parte la poca valoración hacia lo nuestro y eso es algo en lo que aún falta por mejorar, aunque está claro que se trata de una situación en que las responsabilidades suelen ser compartidas, y aquello resulta verdadera y jodidamente ubicuo en el balance final. Al menos para quienes estuvimos presentes, las palabras pueden sobrar. El Rock nacional, en todas sus ramas, ha encontrado en un festival como Armagerock la oportunidad para exponer lo mejor de su arsenal. Depende de nosotros cuidarlo y, que así sea, contribuir a que, dentro de unos años, se consolide como un festival de mayor envergadura en un futuro no tan lejano. Por lo mismo, como diría Weichafe, la historia se escribe en la calle, con gente de verdad. Una historia escrita a punta de sangre, sudor y lágrimas, como ha sido en nuestro país desde hace más de medio siglo.

Escrito por: Claudio Miranda
Fotos cortesía de: Elena Gaete
Fuente: RESISTANCE

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